23 Jan
23Jan

Hace unos meses escuché una entrevista alucinante de Tucker Carlson con Mike Tyson. Hablaron de todo: de los tigres de Bengala con los que vivía el boxeador, de sus éxitos y sus infiernos, de sus creencias y aprendizajes vitales, de mil cosas. Hasta que le preguntó que hacía cuando la gente se metía con él. Tyson entonces simplemente arguyó que si vienen a por uno y ese uno acepta la embestida recibe un daño, pero que "si uno no está ahí", si no le hace sitio, el golpe queda sin diana y se desvanece su efecto dañino. Carlson le miraba con la boca abierta, atónito. El dos veces campeón del Mundo, un consumado experto en liarse a golpes desplegando una sabiduría propia de un maestro zen.

Algo me ha inspirado a practicarlo hoy, receptora de un mazazo muy desagradable y gratuito. Cada vez que mi cabeza insistía en volver a la ofensa yo elegía "no estar ahí". 

Lo he conseguido. Y me he sentido muy orgullosa porque antes este tipo de "injusticias" me destrozaban.

Por la tarde, el Universo me ha hecho un regalo deshaciendo la causa de mi incomodidad mediante una asistencia mágica.

Es bueno acostumbrarse a incubar las respuestas, pistas, claves que le impresionan a uno mucho: a menudo - no se sabe cuándo - pueden resultar muy útiles. 

¡Gracias, Pedro!

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