A nivel sutil, el Egocentrismo nos alienta a hacer ídolos de nosotros mismos.
Desafía nuestra pertenencia a la Unidad.
Nos ata a lo más material y mezquino de nuestra individualidad.
Y encerrados en nuestras ambiciones se mustia el desarrollo de nuestras expresiones más genuinas. Además de bloquearse el acceso al conocimiento de niveles superiores cuyos umbrales reclaman, a quien pretende traspasarlos, soltar más y más egolatrías de su Sombra.
Si uno quiere disfrutar de su auténtico Ser tendrá que ir renunciando a aferrarse a lo que quiere, a lo que aborrece, a lo que cree saber, presume de ser, etc.… es decir, a todos los cuentos que se ha contado sobre sí mismo y en los que, quizás, siga reconcentrado.