La manera más común de seguirle el juego a la DesHonestidad consiste en que cuando una circunstancia de la vida nos acorrala, negamos la realidad y la suplantamos por una recomposición de trozos de películas y experiencias propias y ajenas con que – a modo de copia y pega – hacemos un collage que intentamos hacer pasar por lo auténtico.
Es fácil acostumbrarse a mentir. Lo malo de fabricar excusas y embustes es que la falsedad puede convertirse en una manera de pensar. Y entonces las justificaciones inventadas se vuelven tan familiares que nos cuesta reconocer que no son ciertas. Hay quien les coge tanto cariño que las añade a su patrimonio emocional y asume como parte de su identidad… “¡Claro, como que son las de toda la vida!....” Y no es que al Universo le dé por reivindicar derechos de autor ni nada por el estilo. El problema es que, al intentar esquivar Lo que Es, uno se muda – sin saberlo – a un universo paralelo de su invención. Que, por un rato, parece obedecerle.