A este defecto le encanta jugar al escondite. Tanto que incluso la manera más habitual de practicar la Pereza extrema suele permanecer oculta a nuestra comprensión. Creemos que uno es un vago porque se queda arrepanchigando en su sofá pasando de todo. Pero la forma más común de ejercer este extremo de la capacidad es la postergación. O sea, dejar las cosas para más tarde, para cuando uno ya no pueda hacerlas bien, si es que llega a atenderlas en absoluto.