Los errores, pecados o defectos de carácter, como cada cuál prefiera llamarlos, son el resultado de contaminar de miedo nuestras capacidades más bondadosas.
Este pelotón está compuesto por los esbirros que nuestra Sombra utiliza para alimentrse y hacerse fuerte. Pero que a nosotros, inclinados naturalmente hacia nuestro lado más luminoso, nos hacen la vida de lo más difícil. Porque insisten en que nos vayamos a lo oscuro.
Aquí se concentra nuestra batalla: mediante estos defectos es cómo, en cada momento, decidimos de qué parte nos ponemos: de la del amor, o de la del miedo.